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jueves, 30 de agosto de 2012

Los hombres sombra

El caso de los Hombres Sombra o los Shadow People, es distinto, en la mayoría de casos, estos no suelen atacar a las personas, simplemente se quedan parados allí, tal vez al pie de la cama, o a veces caminan pero sin atacar a las personas, aunque sí, desde luego, asustarlas. No obstante, son pocos los testimonios de personas que aseguren que hayan tenido algún tipo de contacto o comunicación con estos seres, simplemente se dicen que los ven y que les da pavor este tipo de encuentros.

Para mayores detalles, los testimonios nos hablan de sombras sumamente oscuras, es más se dice que la luz no puede aclararlas, asimismo, estas sombras dejan entrever una figura o silueta humana, por lo general dan la sensación de que son hombres, son figuras altas y grandes y de ojos rojos en unos casos, y en otros amarillos.
En este caso son muchas las teorías en el terreno de lo paranormal que tratan de explicar el origen de estos seres, se habla desde entes como pueden ser los típicos fantasmas o espíritus que pueden vagar por una vivienda o por una calle, y que se manifiestan como una sombra, sin embargo, otros creen que puede tratarse de seres de otras dimensiones, e incluso, algunos señalan que son algún tipo de manifestación extraterrestre.


La piedra del diablo

La leyenda cuenta que el diablo merodeaba por los Barrios Altos de Lima, donde se encuentra la piedra, y vio venir de frente a la procesión de la Virgen del Carmen, muy venerada en Lima y con más de 300 años de antigüedad, y dio la vuelta tratando de huir, pero al girar la esquina vio que otra procesión, la del Señor de los Milagros, venía en su misma dirección. Ante tal muestra de fe y viéndose sin salida, tropezó con la piedra y la atravesó para poder salir a otra calle lanzando un suspiro de alivio que toda Lima pudo escuchar. Desde entonces esas calles fueron bautizadas como calle peña horadada y calle suspiro, a pesar que hoy en día ya no conservan ese nombre. Al atravesar la piedra creó el círculo que la define.
A través de los años, se ha intentado retirar la piedra para que no entorpezca el libre discurrir de los peatones, y para pavimentar, pero es imposible, ni aún utilizando maquinaria se logra moverla de su lugar, como si el demonio lo impidiera. Otros alcaldes ni siquiera se han atrevido a tocarla por no estar en pugna con el diablo. Hace pocos años volvió a intentarse de nuevo para construir una fuente, peor fue imposible moverla y la fuente se instaló en una esquina próxima.
Muchos habitantes de Lima se persignan al pasar junto a la piedra y en las noches de luna llena hay algunos que se acercan a la piedra para adorar al demonio. Teodomiro Mendoza, es un panadero cuyo establecimiento queda exactamente frente a la piedra, Teodomiro cuenta que por las noches se escuchan gritos. Karen herrera, vendedora de comida también en la zona afirma los extraños gritos y lamentos que se oyen cerca de la piedra. En la zona además, se han cometido crímenes que la policía nunca ha podido resolver y múltiples suicidios.

sábado, 18 de agosto de 2012

La casa Matusita

Si bien es cierto, un mito puede tener diversos orígenes o razones para ser creados, para muchos escépticos, es justamente, la ubicación de la Casa Matusita la que le ha dado a través de los años ese aire de misterio y temor dentro de la cultura limeña. Y es que desde sus inicios, la Casa fue un punto de encuentro entre los lugares más respetados, temidos o enigmáticos de nuestra ciudad.  

En principio, debemos comentar que actualmente la casa está ubicada entre las avenidas Garcilaso de la Vega (una de las más importantes vías del centro) y España, ahora bien, se sabe que en la antigüedad, según crónicas y mapas de la época, el sector que hoy ocupa la casa fue una zona de adoración religiosa en tiempos prehispánicos y ya en la colonia, fue el lugar exacto por donde pasaba la antigua muralla de Lima, la misma que servía tanto para la defensa militar de la capital como para separar a los ciudadanos entre españoles, indios y esclavos.

Pero eso no es todo. En 1860 fue construida, al frente de la Casa Matusita, el llamado Panóptico de Lima, o cárcel principal de la ciudad, que tuvo vigencia hasta 1970 y que durante todo su período albergó desde delincuentes comunes y prisioneros militares hasta a un presidente de la República, quien además llegó a morir en una de sus celdas. Es más, se dice, que tanto la Casa Matusita como los ambientes cercanos a ella, sirvieron en aquellas épocas como centros de interrogatorios para la delincuencia común y de militares sobre todo en las épocas de la Guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Chile.

Por último, entre los hechos más recientes, se sabe que en la década de los cuarenta, en otra acera aledaña, esta vez hacia el lado derecho de la casa, se alojó por mucho tiempo la antigua Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, hecho que aunque en apariencia inofensivo, es para muchos escépticos la razón fundamental para entender la extraña procedencia de este mito.

La teoría de la conspiración
En cuanto a la casa, es una vivienda de dos niveles, en el primer nivel, funcionan actualmente las oficinas de una entidad bancaria, mientras que el segundo piso está deshabitado, y es que una de las más importantes curiosidades de este mito es que aparentemente los fenómenos paranormales sólo ocurren en el segundo piso y no en el primero.

Esta extraña ubicación del fenómeno es justamente lo que produce cierta desconfianza entre los investigadores y escépticos al preguntarse ¿por qué una casa sólo puede estar embrujada en un determinado piso? Para ellos la respuesta no sería menos curiosa pues para muchos la leyenda de la Casa Matusita no tendría sus orígenes en la cultura popular y los cuentos de aparecidos y fantasmas sino que habría sido importada de las mentes y fantasías del gobierno estadounidense.

En sí, la teoría de los escépticos se centra en que como la casa se encontraba cerca de la embajada de los Estados Unidos, fueron éstos, en pleno período de la Guerra Fría, quienes crearon y propalaron la leyenda para evitar que algún gobierno o cualquier ente enemigo pudiera habitar esa casa, sobre todo el segundo piso de la vivienda, en donde sería más fácil, según ellos, espiar las habitaciones contiguas de la embajada.

Sin embargo, muchas personas mayores afirman que esta versión resulta imposible pues aseguran haber conocido la historia de la Casa Matusita mucho antes de la década que los estadounidenses colocaran alguna embajada por los alrededores. Para ellos, el origen de la leyenda tendría menos que ver por cuestiones conspiranoicas y sí, con verdaderos eventos paranormales, producidos por crímenes violentos y cruentos que los obliga a considerar a la casa no solamente como embrujada, sino además, maldita.

Los orígenes paranormales
Son dos los orígenes más populares relacionados con la casa Matusita, ambos son crímenes sangrientos, uno está relacionado con la pasión y el otro con la venganza y la justicia social, y aunque no cuentan con un tiempo específico es presumible que sus orígenes hayan ocurrido ha inicios del siglo XX.

El primero de ellos narra la historia de un hombre de origen supuestamente japonés que habría hallado a su mujer en la cama con otro sujeto. El esposo al ver la escena tomó un cuchillo y de manera rápida y violenta acabó con la vida de la citada pareja. Sin embargo, esos no fueron los únicos asesinatos pues el esposo, ahora desesperado al no saber qué hacer con los cuerpos esperó la llegada de sus hijos de la escuela y decidió también acabar con ellos. Por último, preso ya sea de la desesperación o simplemente de la locura, el hombre decidió practicarse el Sepuku o suicidio japonés, poniendo así fin con su vida.

En cuanto a la segunda leyenda, ésta señala que en esta casa vivía un señor perverso que maltrataba y abusaba de sus dos únicos sirvientes. Un día, cuando el dueño de la casa ofrecía un almuerzo a sus familiares, los sirvientes decidieron vengarse. Cuenta la historia que los empleados colocaron una sustancia alucinógena en los alimentos de los comensales no para matarlos sino para ocasionarles diversos trastornos mentales.

Luego que fueron servidos los platos, los sirvientes, que esperaban en la cocina para aguardar por los resultados de su plan, escucharon de pronto ruidos y gritos provenientes de la sala. Creyendo que todo había resultado de manera favorable los empleados acudieron rápidamente a la habitación. La imagen que vieron entonces fue aterradora: cuerpos despedazados por doquier, sangre en las paredes, en la mesa, en el suelo. Todos los invitados, incluyendo su jefe, habían hallado en esa cena una muerte trágica, cruenta y terrorífica. Los empleados, al ver esta escena quedaron trastornados para siempre y terminaron sus días en el nosocomio de la capital.

Lo curioso de estas dos versiones, es que debido a la escandalosa violencia de estos crímenes, uno esperaría encontrarlos registrados en cualquier diario o reporte de la ciudad, sin embargo, no existe ningún registro de que en la Casa Matusita o en inmediaciones de la misma hubiesen ocurrido algún tipo de asesinato o masacre hecho que evidenciaría que estas historias no son más que productos de la imaginería popular.

Las víctimas de la Casa Matusita
Pero la Casa Matusita no sólo cuenta con leyendas, sino también con víctimas. Y es que en más de una ocasión muchos aseguran que diversos personajes han ingresado a la citada vivienda para experimentar por cuenta propia los extraños fenómenos que en ella ocurren.

Uno de los primeros en ingresar fue justamente un párroco, que ingresó al segundo piso de la casa con la intención de “exorcizarla” de los demonios que la poseían. No obstante, el párroco no pudo lograr su cometido, según cuentan las historias más antiguas el religioso ni bien ingresó a la vivienda sufrió un ataque de pánico que lo llevó a la muerte. Se dice que escuchó gritos y reclamos de los espíritus que allí se encontraban, algunos dicen incluso que el párroco recibió escupitajos de estos supuestos seres que habitan el lugar. No obstante, y tal como ocurre en el caso de las leyendas, no existen registros fidedignos que respalden dicha historia aunque sí existen testimonios de gente (incluidos trabajadores o antiguos habitantes de la casa) que aseguran haber visto la figura de un fraile caminando entre las ventanas del segundo piso de la casa.

Otro de los casos más conocidos, es el de Humberto Vilchez Vera, un conductor de televisión que en la década de los sesentas apostó en señal abierta, que sería capaz de pasar siete noches al interior de la vivienda. La historia narrada por muchos limeños recuerda que el animador efectivamente logró ingresar a la casa llevando consigo sólo con una cámara de vídeo en la mano, sin embargo, tal como ocurrió con el párroco, ni bien ingresó (algunos hablan de dos horas y otros al cuarto día) el hombre de televisión salió de la casa profiriendo insultos y gritos y botando, incluso, espuma por la boca. Al final de cuentas el animador obtuvo serias complicaciones psicológicas por lo que fue recluido en un manicomio durante un período de trece meses tiempo del cual nunca más se supo de él.

En este caso, a diferencia de la historia del fraile, sí cuenta con registros históricos, sin embargo hay que aclarar algunas cosas: Primero, que sí existió un tal Vilchez Vera así como es cierto que realizó la citada apuesta pública, sin embargo (y esto es la intención aclaratoria) es falso que este conductor haya ingresado si quiera por algunos minutos a la citada casa, tal y como él mismo lo confesara tiempo después en su libro “El cazador de fantasmas”, justamente, en un extracto de su libro Vilchez Vera señala:

“La palabra de un ídolo de la televisión es una palabra fundamental y yo había anunciado que entraría la casa embrujada. Nunca entré pero todos me vieron entrar, nunca hablé con un fantasma pero ellos me miran como si me hubiera convertido como un ciudadano del más allá”.

A pesar de esto, al día de hoy muchos aún comentan la historia del conductor de televisión que se volvió loco por ingresar a la Casa Matusita.

Un mito sin respuesta
En todo caso, lo que resulta curioso de esta leyenda es que a pesar de su antigüedad y su arraigo dentro de la población limeña muy poco se ha hecho para conocer el verdadero misterio que encierra esta vivienda. Hasta la fecha no se ha realizado ningún estudio serio, ya sea por parte de los medios de comunicación o por investigadores independientes que intente desmitificar las historias o acaso acreditar cuánto de falso o de verdad hay en ellas. Y es que lo más seguro es, que hasta que ese día no llegue, los limeños continuarán, algunos con temor y otros con una sonrisa, observando la solitaria casa preguntándose si serían capaces de pasar una noche allí sin el temor de quedarse en la más absoluta locura.

sábado, 4 de agosto de 2012

La fortaleza del Real Felipe


En sus más de 250 años de existencia, la fortaleza del Real Felipe ha sido desde siempre una fuente inagotable de historias, relacionadas, con las incontables y fieras batallas que aquí se libraron.
Desde las preocupaciones del virreinato para controlar los ataques de los piratas, pasando por el asedio de los libertadores para alcanzar la independencia, hasta la batalla que evitó el desembarco de militares chilenos en nuestras costas, en plena Guerra del Pacífico, el Real Felipe, es sin lugar a dudas uno de los puntos preferenciales para conocer gran parte de la historia de nuestro país.
Pero lejos de esto, existen también otras historias, mucho menos ortodoxas, que han comenzado a llamar la atención de los miles de visitantes que anualmente, recorren cada uno de los pasillos de este enclave militar.
 

Son historias vinculadas a fenómenos paranormales, historias que narran las apariciones de mujeres a mitad de la noche, de ruidos extraños como de cadenas o gritos, e incluso, historias de muerte.

Entre las narraciones más populares que rondan el fuerte, se encuentra la de la Dama Blanca, que según los testimonios se trataría del espectro de una mujer que suele aparecer a medianoche, en la puerta del Torreón del Rey.

Los testigos señalan que la misteriosa imagen aparece sobre el puente que separa la torre del complejo, vestida completamente de blanco, sin pies y cantando una melodía tenebrosa. Algunos aseguran que el supuesto fantasma pertenece a la mítica Perricholi, amante del virrey Amat, y que según dicen, solía esperar en este punto de la fortaleza, el encuentro con su amado.

Otra historia que circula por quienes han visitado el lugar es aquella que cuenta el suicidio de uno de los militares encargados de hacer la guardia en el Torreón de la Reina. Se dice que el soldado, temeroso de enfrentar los fenómenos inexplicables que allí se presentaban subió una noche a la terraza de la torre y una vez allí decidió lanzarse al precipicio para acabar con su vida.

Estas historias han sido corroboradas por los propios militares y guías turísticos que trabajan en la fortaleza, quienes además, aseguran haberse encontrado en más de una oportunidad con uno de estos fenómenos.

Verdad o no, lo cierto es que la fortaleza pareciera hoy contradecirse con el propio peso de su pasado. El silencio que hoy puede sentirse entre sus pasillos y ambientes se contrasta notoriamente con el estruendo de los cañones y los gritos de dolor que alguna vez ensordecieron cada rincón de este lugar y los espectros de hoy bien pudieron ser los hombres vivos que en ese entonces defendieron con su vida, lo que creyeron defendible. Quizá en ese tiempo, ellos también pisaron el mismo suelo que hoy pisamos, recorrieron el mismo pasillo que hoy transitamos y por qué no, vieron el mismo cielo, que hoy contemplamos.

El Japiñuñu


Corría un 11 de agosto de 1956 y José Antonio, un niño de apenas ocho años de edad, vivía en el Cuartel “Cabo Pantoja” del Ejercito Peruano, departamento de Loreto, frontera con el Ecuador, un lugar sumamente ignoto, perdido en nuestra amazonia. Para que se ubiquen, es donde, de acuerdo al mapa, el Perú en su parte superior termina en “punta”. Allí vivía el pequeño José Antonio con su padre un médico asimilado como Comandante de la Sanidad del Ejército, su madre y hermanos.

A pesar de las precarias comodidades del cuartel era un niño feliz en medio de la selva. Sin embargo pronto se vería cara a cara con uno de los mas extraños misterios de la jungla peruana.
Diariamente el niño tenia que caminar, acompañado de otros compañeritos, a la única escuela de la zona, distante 8 kilómetros. Una tarde, debido a que lo habían desaprobado en un curso, lo castigaron mandándolo a dormir temprano. Serian las ocho de la noche.
Había estado sollozando José Antonio largo rato y tratando a la vez, de conciliar el sueño. De repente escuchó que fuera de su cabaña, alguien imitaba sus lloriqueos infantiles. El, disforzado, empezó a llorar con mas fuerza. Y con mas fuerza afuera lo remedaban.
De repente el niño escuchó que en el techo algo de gran peso se posaba, haciendo un poderoso estruendo. Al poco rato, un soldado apellidado Panduro, que estaba haciendo de retén, se acercó alarmado a la cabaña y José Antonio le escuchó preguntar si todo estaba bien, ante el cual sus padres le dijeron que si, que no había ningún problema. Al rato se escuchó un gran escándalo, y a un hombre que gritaba desesperado. Toda la gente salió de sus casas y justo por la casa del niño, otro soldado disparaba a una especie de gran pájaro oscuro que en medio de las sombras atacaba a Panduro, y lo mas sorprendente ¡aparentemente trataba de llevárselo…!, En medio del alboroto de la gente, el animal, arrastró al soldado por unos 30 o 40 metros. Con los disparos la cosa aquella alzó vuelo y en medio del griterío desapareció, perdiéndose en la noche.
Todos inmediatamente se acercaron al soldado maltrecho, que se había quedado mudo e inmóvil. Providencialmente no había sufrido mayores daños físicos, salvo unos profundos rasguños en el cuerpo y los brazos. Luego de un largo rato, Panduro recobró lentamente el ánimo. Allí es donde contó horrorizado que el animal no era un pájaro. Hasta ese entonces todos creían que había sido un cóndor o algo parecido, aunque dicha explicación era insuficiente, habida cuenta que nunca se había escuchado historia de cóndores roba-hombres y menos por aquellos rincones amazónicos. Pero no. Lo que contó el soldado Panduro, con gesto de terror, era que lo que momentos antes lo había atacado, no era humano. Era un inmenso pájaro con la cabeza… de una horrible mujer . Y que con sus garras, lo había sujetado fuertemente del cuello.
Era el Japiñuñu.Luego durante su estada por esos lares, se enteraría que éste no seria sino uno de muchos encuentros que muchos nativos en la zona contaban desde tiempos inmemoriales. Tantos relatos señalando al mismo ser fantástico, que ya incluso tenía un nombre. Era pues el Japiñuñu.
Black Glitter Pointer